Orar por otros
El poder de la oración nos fortalece.
Saber que alguien ora por mí me anima a creer que el bien se manifiesta en mi vida. En una entrevista de trabajo, cuando enfrento un reto de salud, un obstáculo financiero o cuido de un ser querido en un momento difícil, un amigo que ora es un recordatorio poderoso para estar receptivo a la oración afirmativa.
La energía de la oración positiva fluye en nosotros como una bendición. Nos sentimos en paz cuando tenemos la atención centrada en el poder y la presencia de Dios.
Recuerdo que la oración no cambia a Dios; mas sé que inspira y fortalece a quienes oran y a quienes son mantenidos en oración. En una familia donde se comparte la oración, todos reciben el beneficio bendito de afirmar la presencia divina y Su bien.
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