Paz interna
En el silencio, mi mente y mi corazón están centrados en Dios.
La presencia moradora de Dios es la esencia misma del silencio. En momentos de meditación mis pensamientos se apartan del mundo externo y se concentran en verdades internas y divinas. Al meditar, siento la presencia de Dios como paz. Mi mente se sosiega.
Si he estado sintiendo intranquilidad, determino tomar tiempo hoy para la oración silenciosa. En el silencio, mi mente y mi corazón se abren a la compasión, a la sabiduría y a la gracia. Entro plenamente al reino de Dios en mí. Con la atención centrada en Su poder, logro fortaleza y claridad. Al elegir dirigirme a mi interior en vez de reaccionar a factores externos, siento calma. Desde este estado de paz, respondo a la vida con amor.
El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe—Gálatas 5:22
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