Este mes estaremos estudiando la facultad de la Voluntad que se localiza en el centro del lóbulo frontal del cerebro y la representa el discípulo Mateo.
A veces nos encontramos con personas voluntariosas, testarudas, con una manera muy fija de pensar e inflexibles. Tales personas tienden a imponer sus propias ideas y valores en su entorno de acción. Recuerdo un jefe que tuve hace muchos años cuando laboraba para una empresa de manufactura electrónica. Él era muy enérgico y eficiente; pero su manera de administrar era sumamente autocrática. Imponía sus criterios y actuaba sin considerar la opinión de los demás. Las cosas siempre se hacían a su manera.
A través de los años he aprendido que el mejor uso que le podemos dar a nuestra propia voluntad es aplicándola a nosotros mismos. Imponer nuestra voluntad sobre los demás trae muchos conflictos. A medida que sigo desenvolviendo mis potencialidades espirituales me doy cuenta de una verdad mayor; y es que lo mejor que puedo hacer por mí mismo y por las personas que me rodean es hacer la voluntad de Dios.
“La voluntad de Dios siempre es perfección y todo bien para todos Sus hijos; perfecta salud en mente y cuerpo; abundancia de todo lo bueno que incluye gozo, paz, sabiduría y vida eterna.” (LPR p. 73)
En amoroso servicio,
Rev. Roberto Sánchez
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