jueves, 4 de octubre de 2012

Aplicando lo que Jesús enseñó


Por Rev. Roberto Sánchez
“Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan por vosotros, así también haced vosotros con ellos, pues esto es la Ley y los Profetas.”(Mateo 7:12)  
La grandeza de Jesús está en Sus enseñanzas y en su ejemplo. Y digo esto porque en el mundo hay muchos maestros, con doctrinas fantásticas, son filosofías que suenan muy bonito pero que prácticamente nadie las aplica en su vida diaria.
Aquí está la gran diferencia entre Jesús, El Maestro, y los otros maestros o guías espirituales, por así llamarlos, que han venido al mundo a predicar algún tipo de filosofía o enseñanza, o a utilizar a alguien como canal para difundir tal o cual enseñanza.
Jesús no solo predicó la Palabra de Dios sino que practicó y fue ejemplo para todos haciendo lo que Dios requiere de cada uno de nosotros. Y Dios tiene grandes expectativas de ti y de mí.
¿Y saben por qué? Porque Dios sabe que querer es poder, y el deseo lo pone Dios en nuestros corazones, pero la disposición de obrar con justicia la ponemos tú y yo.

Dios siempre hace Su parte, pone el deseo en nuestros corazones “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” (Filipenses 2:13)
Pero la buena disposición, y la aptitud para desempeñar la tarea que Dios ha dispuesto para cada uno de nosotros es nuestra parte y esto requiere entusiasmo, disciplina y determinación.
El Maestro Jesucristo sobresale de todos los demás guías espirituales por su entusiasmo, disciplina y determinación de hacer cumplir la ley de Dios tal como le fue revelada a Él.
Anduvo con nosotros, nos reclamó como Su manada y se proclamó como el “buen pastor”. Dijo: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.” (Juan 10:11) Él lo proclamó y lo cumplió a cabalidad.
Este cumplimiento cabal de lo que enseñó y proclamó lo hace sobresalir de todos los demás guías espirituales. “Jesucristo es el mismo ayer,  hoy y por los siglos.” (Hebreos 13:8)
Primero, Él dijo: “No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir.” (Mateo 5:17)
Esto es obediencia, obediencia  a Dios y al cumplimiento de Sus leyes. Las leyes espirituales no pueden ser anuladas porque son eternas, de la misma naturaleza que el Padre.
Pero podemos aplicarlas desde una dimensión más profunda a medida que conocemos la naturaleza de Dios. El problema era que los Fariseos estaban más en la letra que en el espíritu. Estaban cumpliendo la ley superficialmente como usualmente decimos “de la boca para afuera”.
Pero Dios requiere de nosotros que cumplamos desde una “dimensión más profunda” actuando con absoluta fe “porque al que cree todo le es posible” (Marcos 9:23).
Y por eso Jesús realizó los llamados milagros porque creyó sin dudar; esto es salió del dominio de la duda (dentro del cual tú y yo moramos muchas veces) al reino de todas las posibilidades. Y ese Reino de todas las posibilidades es el Reino de Dios.
Sanó a enfermos, porque donde la gente veía enfermedad, Jesús vio la vida sanadora circulando en todo el cuerpo, vio un cuerpo sano y perfecto, y contempló la Presencia de Dios en ellos y habló la Palabra que sanó.
Aquí hay cumplimiento de la Ley porque la ley es que Dios es armonía y paz y por ende es la salud en cada uno de nosotros; porque la clave de una buena salud es la armonía y la paz. En Dios encontramos toda la armonía y la paz que necesitamos.
Jesús dijo: “»Oísteis que fue dicho a los antiguos: “No matarás,… Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio»” (Mateo 5:21,22)
Cuando la mayoría de las personas piensan en este mandamiento, piensan que se refiere única y exclusivamente a la vida humana.  Cumplir la ley en este nivel es cumplirla superficialmente.
Podrías estar pensando y ¿qué hago si mi vida está en peligro? Tengo que actuar en defensa propia, y para que me maten mejor yo mato al otro.
Tienes todo el derecho de pensar así, pero Jesús no pensó así. Puedes hablar la Palabra con autoridad y poder, y puedes pronunciar el nombre de Jesucristo con autoridad y poder, en completa seguridad de que Jesucristo, nuestro Ayudador, obrará para el bien de todos los implicados.
Pero esto requiere fe, y la fe es el cumplimiento de la ley. Y ese es el mandato de Dios: “Tened fe en Dios” (Marcos 11:22)
Pero la palabra matar va más allá de la destrucción de la vida. Nuevamente, hay una dimensión más profunda; este mandamiento se refiere a no destruir ningún tipo de expresión de vida.
Pero cada pensamiento destructivo es un pensamiento que mata. Cuando le dices a tus hijos: “No creo que tengas el talento, o no creo que estés capacitado” estás matando un deseo, un sueño o una aspiración.
Cada vez que insultas a una persona, estás matando una relación, pero también te estás matando tú mismo.  La ira y el enojo tienen sus consecuencias en el cuerpo y tienes que pagar el precio.
Jesús dijo: “»Oísteis que fue dicho: “No cometerás adulterio”. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón»”. (Mateo 5:27)
La palabra adulterio viene de la palabra adulterar, que significa, “alterar la calidad o pureza de algo por la adición de una substancia extraña.” Jesús no solo se está refiriendo al acto externo, evitar esto solamente, sería cumplir la ley superficialmente.
Jesús nos exhorta a cumplir la ley desde una dimensión más profunda. Nos exhorta a mantener pensamientos puros, y a no mezclarlos con pensamientos codiciosos. La codicia es la hierba mala en el suelo de la mente, y por ende Jesús, el Sembrador de la Verdad, nos exhorta a que cuidemos nuestras semillas pensamientos en nuestro suelo mental.
¡Oh!, querido Dios, cuántas veces hemos sido víctimas de nuestros propios pensamientos adúlteros, e impuros. ¡Cuántas veces hemos sido dominados por una invasión sorpresiva de todo tipo de pensamientos inferiores y de naturaleza animal!
Jesús no vino a abolir la Ley y los Profetas, vino a cumplirla en una dimensión más profunda; manteniendo pensamientos puros centrados en Dios.
El ojo es el vehículo que tenemos para ver; y muchas veces ver es “querer”. De modo que si no tenemos cuidado con los que vemos podríamos estimular el pensamiento codicioso cuando el ego gobierna soberano en nosotros. Pero Jesús sabiendo esto dijo: “Si tu ojo es bueno todo tu cuerpo estará lleno de luz” (Mateo 6:22).  
Y también dijo: “Y si tu ojo te es ocasión de caer sácalo y échalo de ti.” (Mateo 18:9) Esto es ocúpate de sacar fuera de ti todo tipo de pensamiento de lujuria, codicia, envidia y gula. Todos estos pensamientos son adúlteros.
 Jesús dijo: »”No resistáis al que es malo…” (Mateo 5:39) Para la mayoría de nosotros esto es “un bello ideal” pero poco práctico. La gente piensa  que si no resistes el mal, te vencerá y tienen razón.
Pero tienes el perfecto derecho a desquitarte, y si tienes que desquitarte por todos los medios hazlo, pero hazlo como te sugiere Jesús, amándolos, bendiciéndolos y perdonándolos. Pablo dice: “…vence con el bien el mal.” (Romanos 12:21)
Más que darte a respetar, valida tus intensiones y tu fidelidad a Dios. Sigue adelante tu camino, haciendo lo que has sido llamado a hacer.
 Por esto Jesús nos enseña que “No podéis servir a Dios y a las riquezas”. En palabras más populares no puedes estar con Dios y con el diablo. Tenemos que ser fieles a nuestros principios y la diplomacia tiene sus límites.
Pero la pregunta más profunda es ¿a qué o quién le estás sirviendo diariamente, como se llama ese dios, o ese ídolo? Aquello a lo que reconoces como tu amo, a eso le sirves.
Esto es una ley básica y no hay escapatoria. ¡Ojo!, si haces un dios de tus intereses materiales, te haces esclavo de ellos.
Jesús dice: »”No juzguéis para que no seáis juzgados” (Mateo 7:1). ¡Qué difícil se nos hace esto de no juzgar a los demás! Siempre de alguna u otra forma criticamos y juzgamos. Procura no juzgar por un día. Este es el primer paso. 
Jesús dice: “Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan por vosotros, así también haced vosotros con ellos, pues esto es la ley los profetas.” (Mateo 7:12) Pero… cuán rápido de nos olvida esto en el trato a los demás…
Por último, y no menos importante, Jesús no exhorta a confiar en Dios. “No os angustiéis, pues, diciendo ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?, porque los gentiles se angustian por todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas.” (Mateo 5:31-32)
Eric Butterworth nos dice: “Busca primero ser y tendrás. Para tener más tienes que ser más. El éxito no  se puede medir por lo que has acumulado. Solo se puede medir por el nivel de consciencia que has logrado.” (DTPI p. 205)
Y yo te digo: aplica estas enseñanzas en tu propia vida. ¿Cómo? Cumpliéndolas desde una dimensión más profunda, echando a un lado todo tipo de destrucción de la vida, teniendo fe, evitando pecar con pensamientos impuros, viendo solo el bien, sin resistir el mal, sirviendo solo a Dios, tratando bien a los demás y sobre todo, aprende a confiar cada día más en Dios.
¡Dios te bendice! Amén.  

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