Protegido
El amor de Dios es mi escudo y mi protección.
La vida en la tierra es sostenida por la luz y la calidez del sol. Sin embargo, los rayos ultravioletas del sol son lo suficientemente intensos como para causar daño en la piel. Para proteger mi piel de la exposición a estos rayos, puedo usar una loción de filtro solar o usar ropa protectora. Aunque me sorprende y aprecio la energía del sol que proporciona vida, también reconozco que tiene sus peligros.
Muchas experiencias en la vida vienen con recompensas y retos. En circunstancias amenazantes, utilizo mi sabiduría interna para tomar decisiones cabales que me protegen y protegen a los demás. La luz divina resplandece en mí como mi guarda y guía infalible.
Yo envío mi ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te introduzca en el lugar que yo he preparado.—Exodo 23:20
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