Gracias a mi trabajo, bendigo a otros y me bendigo a mí mismo.
Por medio de mi trabajo, la actividad creativa y el logro, soy un canal a través del cual la energía del Infinito encuentra expresión. Bien sea que trabaje en una oficina, fábrica, tienda, en casa o en otro lugar, el espíritu de Dios obra por medio de mí. Con cada tarea, doy salida a la habilidad creativa del Espíritu morador.
Si mis actividades se vuelven difíciles, respiro profundamente y hago una pausa para orar. Recuerdo que no soy yo, sino Dios, quien hace la obra por medio de mí. Luego regreso a la actividad “como nuevo”. Todo lo que hago, lo veo como una bendición. Gracias al espíritu divino, mi trabajo me vincula con la vida y con los demás, revelando mi naturaleza divina.
Todo lo que te venga a mano para hacer, hazlo según tus fuerzas.—Eclesiastés 9:10
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