Curación,
Gracias al poder de Dios en mí, disfruto de salud y plenitud,
Tengo una chispa de divinidad en mí. Una luz sanadora que vivifica cada célula, tejido y órgano de mi cuerpo templo. Así como una chispa ilumina la llama de una vela dando luz a una habitación, la chispa de la divinidad enciende en mí un poder sanador que no conoce límites. Es activa, vital y poderosa, obra en mí todo el tiempo y es parte de quien soy.
Visualizo que el poder sanador divino me llena y me fortalece en mente, alma y cuerpo. Me veo sano. Respiro profundamente, soltando al exhalar toxinas de mi cuerpo. Mantengo en mi mente sólo pensamientos que afirman vida. Al hacer estas cosas y más, soy uno con la luz sanadora de Dios que me renueva y revitaliza constantemente.
El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.—Juan 8:12
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