Circular
Doy y recibo con fe absoluta.
La ley divina del dar y recibir es tan natural como la ley de gravedad. No cuestiono por qué mis pies están firmemente plantados, sencillamente confío en la ley de gravedad porque sé que funciona.
Lo mismo es cierto con respecto a dar y recibir. Cuando doy, recibo. Mi vida es un fluir de bendiciones divinas. Doy sin reservas. Reconozco a Dios como la fuente de mi provisión. Como he recibido libremente del continuo fluir del amor y la sustancia divinas, también doy libremente y hago que las bendiciones continúen fluyendo.
Tengo un espíritu generoso y agradecido, sé que mis oraciones y acciones positivas bendecirán a otros y me bendecirán a mí.
“Con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís” (Marcos 4:24).
La ley divina del dar y recibir es tan natural como la ley de gravedad. No cuestiono por qué mis pies están firmemente plantados, sencillamente confío en la ley de gravedad porque sé que funciona.
Lo mismo es cierto con respecto a dar y recibir. Cuando doy, recibo. Mi vida es un fluir de bendiciones divinas. Doy sin reservas. Reconozco a Dios como la fuente de mi provisión. Como he recibido libremente del continuo fluir del amor y la sustancia divinas, también doy libremente y hago que las bendiciones continúen fluyendo.
Tengo un espíritu generoso y agradecido, sé que mis oraciones y acciones positivas bendecirán a otros y me bendecirán a mí.
“Con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís” (Marcos 4:24).
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