lunes, 21 de enero de 2013

El poder regenerador de Cristo


Por Rev. Roberto Sánchez
“De cierto de cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido, también os sentaréis en doce tronos…” (Mateo 19:28)    
Las buenas nuevas son que aunque Jesús logró Su regeneración tú también puedes lograrla si sigues la ‘Luz que es en ti’.  La palabra regeneraciónsignifica: reconstrucción que hace un organismo vivo por sí mismo de sus partes perdidas o dañadas. (DRAE) Y ciertamente, si deseamos alcanzar la vida eterna tenemos que entrar en la regeneración.  Jesús regeneró Su cuerpo y lo resucito por medio de la acción del Espíritu Santo. Un cuerpo que quedó desangrado y destruido por el maltrato que recibió en la cruz  fue reconstruido, renovado y avivado nuevamente.  Esto es lo que llamamos regeneración orgánica. Y no es necesario pasar por la experiencia que pasó Jesús para iniciarnos en la regeneración. La exhortación es “sígueme y te sentaré en el trono de tu gloria.”


Siempre me gusta comenzar mis mensajes con definiciones claras de los términos que utilizo. Y hoy no es una excepción.  Sin embargo, notemos nuevamente el título del mensaje de hoy: El poder regenerador de Cristo.  La mayoría de las personas, piensan que esto es un atributo de Jesús solamente. Que solo Él pudo lograr su regeneración. Para muchos hablar de regeneración es algo que está muy distante, tal vez allá en un cielo lejano.  Tampoco me sorprendería encontrar algunas personas que no supiesen el significado de la palabra regeneración.
Pero, ¿qué queremos decir? Cuando Jesús le preguntó a los discípulos: “– Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: –Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” (Mateo 16:15,16)   Entonces el Cristo en Jesús nos exhorta a ti y a mí a seguirlo en la regeneración. Y Cristo en ti es tu “verdadera luz, la que guía  a todo hombre que viene al mundo, está y siempre ha estado en el hombre.” (LPR p. 52)  Al Cristo en cada uno de nosotros debemos seguir en la regeneración. Pero, ¿por qué y para qué debemos entrar en la regeneración? Porque esto es un requisito para que puedas alcanzar la vida eterna.  Tal vez puede ser que todavía no estés pensando seriamente en alcanzar la vida eterna, pero te aseguro que te llegará el tiempo “donde se maduran las uvas” y tu meta final será alcanzar la vida eterna.
“De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí tiene vida eterna.” (Juan 6:47) Entonces para alcanzar la regeneración tienes que creer en Cristo, el Cristo en ti, la verdadera Luz que alumbra a todo hombre.  Tenemos que hacernos consciente que el cuerpo de Cristo mora en nosotros, pero permanece bajo un estado de internación. Esto es, permanece interno, tranquilo y quieto en su lugar, hasta cierto punto dormido.  A medida que nos hacemos conscientes de esta gran verdad, podemos comenzar a despertar ese cuerpo de Cristo en nosotros. Y a medida que se despierta, Cristo comienza a expresar el poder que tiene almacenado en Sí mismo.  Literalmente comienza un proceso de restauración, renovación, y regeneración. “Yo os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta.” (Joel 2:25) dice Jehová.
Bíblicamente, el término “langosta” es sinónimo de destrucción, y la promesa es que Jehová-Cristo restaurará la destrucción que ha habido en nuestro cuerpo.  El poder regenerador de Cristo en ti, te transformará y te renovará, “pues es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción y que esto mortal se vita de inmortalidad.” (1 Co. 15:53)  Nuevamente, debemos entender que es imposible alcanzar la vida eterna si no restauramos antes nuestro cuerpo a un estado de salud perfecta, expresando un funcionamiento perfecto en todo nuestro organismo.  Esto es “la regeneración orgánica que se completará con la inmortalidad del cuerpo.” (LPR p. 197)  Desde un punto de vista práctico, nos conviene trabajar con nuestra salud corporal, no solo por los beneficios inmediatos que recibimos; entiéndase la ventaja de estar físicamente más activos.
Por consiguiente, es necesario tener una buena alimentación, esto es una dieta balanceada, evitando los excesos. Entra en un buen régimen de ejercicio físico, mantén tu cuerpo en movimiento.   Este es el primer paso para alcanzar la inmortalidad del cuerpo. Primero cuerpo animal luego cuerpo espiritual.  El ciego tiene que recobrar la vista, el cojo, tiene que recobra el movimiento perfecto de su pie, tiene que abandonar su cojera. El sordo tiene que recobrar su audición, el mudo tiene que comenzar a hablar, de manera que muriendo por medio del poder regenerador de Cristo vivamos eternamente.  Tenemos que soltar la ignorancia y el error y agarrarnos a la Verdad que nos libera de condiciones limitantes y nos lleva a la vida eterna. El llamado es “no peques más”.
Al final del día, la regeneración es la “unificación del Espíritu, alma y cuerpo en unidad espiritual.” (LPR p.196)
Esto fue lo que hizo Jesús, regeneró y luego resucitó saltando a la vida eterna. Te preguntarás, ¿y puedo yo hacer eso que hizo Jesús? La contestación está en ti. Si crees, “al que cree todo le es posible.” (Marcos 9:29)  Créanme, es importante hablar de la regeneración, porque tarde o temprano tendremos que enfrentarnos al enemigo; y el postrer enemigo, según palabras del apóstol Pablo, es la muerte.  Y como vamos a enfrentar al postrer enemigo, lo enfrentamos  poniendo en acción el poder regenerador de Cristo en cada uno de nosotros.  Y, ¿cómo hacemos esto? “La regeneración comienza su trabajo en la mente consciente.” Debes comenzar a creer verdaderamente en la Palabra de Dios, según fue expresada por Jesucristo. Debes creer que las promesas de vida eterna son verdaderas y que por medio de la actividad del poder regenerador Cristo en ti, harás la obra.
Entonces puedes desarrollar un plan para alcanzar la vida eterna. Este plan se basa en el uso de afirmaciones y negaciones. No tienes que ser rígido pensando en el orden en que negarás y luego afirmarás.  Deja que el Espíritu te guíe. Comienza a escribir tu plan.  Te recomiendo que uses negaciones y afirmaciones. Algunas de las negaciones que te recomiendo son las siguientes: “ni el mal ni la muerte tiene poder sobre mí.” “Ningún microbio entra en mí“. La enfermedad no tiene poder sobre mí.”  Es importante que le impartas sentimiento cuando dices las negaciones. Pero no menos importante es que sepas que “las negaciones deben hablarse silenciosamente y también audiblemente, mas no a modo de incitar antagonismo ni discusión” dentro de uno mismo.  Es como decirlas de manera tal que nos vayan persuadiendo de la verdad que encierran cada una de ellas. De manera, que debes permitir que el poder persuasivo de la negación haga su trabajo en ti.
Por ejemplo puedes comenzar diciendo; “no necesariamente tengo que coger gripe si me mojo.” Poco a poco va dando la gota de agua en la roca hasta que le hace un hueco.  Luego comienza a afirmar, ‘todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipense 4:13) Esto es comienza a afirmar el poder regenerador de Cristo en ti. “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque esté muerto vivirá.” (Juan 11:25) “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin… el Todopoderoso.” (Apocalipsis 1:8)  “De cierto de cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido, también os sentaréis en doce tronos…” (Mateo 19:28)     
Pero para que esto se convierta en realidad y en tu Verdad tienes que creer. Sobretodo tienes que creer en Cristo en ti. Tienes que creer que en ti reside el poder regenerador de Cristo, dispuesto a hacer su trabajo conforme a tu fe.  Tienes que estar dispuesto a renovarte, comienza a hacer el trabajo dentro de ti y verás la gloria del Cristo desenvolviéndose dentro de ti. http://www.youtube.com/watch?v=GHIF_Nc-_x0
El hijo del hombre, esto es tu ser personal, no regenerado debe levantarse a través del poder regenerador de Cristo en ti  y sentarse en el trono de su gloria, que es ese lugar en donde no hay separación entre nosotros y Dios, el lugar donde logramos fusionarnos en un sola unidad espiritual con Dios.
 Atrévete a creer y verás el poder regenerador del Cristo en ti iluminado tu camino hacia la regeneración y una salud integra y perfecta.
Dios te bendice si sabiendo estas cosas las haces. ¡Amén!

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