sábado, 19 de enero de 2013

Descubre la corriente sanadora que hay en ti


Por Rev. Roberto Sánchez
“Por eso os digo; Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad y se os abrirá.” (Lucas 11:9)      
El ser humano ha tratado siempre de definir o buscar respuestas a la pregunta ¿Qué es Dios?
Y una manera de describir a Dios es como una Actividad Divina; y la palabra actividad implica movimiento; esto es, es un Movimiento Divino una Corriente Divina.
Cuando estuve buscando la definición de la palabra corriente en el diccionario fue interesante saber que una de las diversas definiciones es: Curso, movimiento o tendencia de los sentimientos o de las ideas.
Reconocemos al Cristo en cada uno de nosotros como un potencial divino con el poder de levantarnos de toda condición adversa que estemos experimentando en nuestra vida.
Pero este reconocimiento no es suficiente para poner la Divina Actividad o la Corriente Divina en acción.
Un circuito eléctrico necesita de una fuente de poder, y unos conductores para llevar a cabo una función en un lugar o en un objeto específico.

 Pero el circuito eléctrico tiene que estar conectado y no puede haber interrupciones para que el paso de la corriente eléctrica no se vea afectado. Un circuito eléctrico normalmente tiene un interruptor, y mientras el interruptor permanece abierto no hay conexión con la fuente.
Pero una vez se cierra el interruptor se establece una sólida conexión de tal manera que la corriente es impulsada por la fuente con un poder inexorable para hacer su trabajo.
Esto es no hay manera de detener el movimiento eléctrico que se genera en dirección al lugar donde ha de realizarse la función.
Ahora bien, existen elementos resistivos, llamados resistencias, cuya función es disminuir o resistir el paso de la corriente eléctrica, y estos elementos generan calor. Estos elementos no contribuyen a una transmisión completa de la corriente eléctrica.
Así como un circuito eléctrico necesita de una fuente de poder, y unos conductores para llevar a cabo una función en un objeto específico, nosotros también necesitamos de una fuente de poder y de conductores para llevar a cabo la función sanadora en nuestro cuerpo.
Las buenas nuevas es que cada uno de nosotros tiene esa fuente de poder. Se llama “Cristo en ti”. Es gratis y no hay que adquirirla fuera de nosotros, Viene como parte de lo que somos.
Los conductores son tu Sistema Nervioso.
La mayoría de nosotros  nos pasamos el día pensando  en muchísimas cosas, tareas que tenemos que llevar a cabo, correos que tenemos que contestar, llamadas que tenemos que hacer, reuniones que tenemos que asistir, etc.
Y aunque cierto es que tenemos la fuente de poder, el poder del Cristo en ti, la mente consciente muy a menudo toma control de nuestras actividades cotidianas. Generalmente esto es así.
Sin embargo, en cuanto a nuestra salud se refiere y en cuanto a nuestro bienestar espiritual nos concierne la mente de Cristo es la fuente de poder al cual debemos acudir.
Cristo es Dios en cada uno de nosotros; como una Presencia, un Poder y un Potencial Divino. Y la mayoría de nosotros todavía no hemos aprendido a hacer contacto continuo con esta Fuente.
Nuestra mente va peregrinando, esto es andando de un lugar a otro, navegando sin cesar por los mares de los acontecimientos de la vida incapaz de encallar en puerto seguro.
Pero para que la Corriente Sanadora que hay en ti pueda activarse y hacer su trabajo de sanación tenemos que cerrar el interruptor.
Y ¿qué condición tiene que existir para que tú puedas cerrar el interruptor? Tienes que tener fe. Tienes que estar seguro de que la corriente sanadora va a hacer Su trabajo en ti y vas a obtener los resultados que esperas.
No puede haber dudas. “La duda es el  Adversario en todo hombre. La duda es la raíz de la debilidad en todo hombre. (LPR p. 76) 
Pedro vio al Maestro que andaba sobre el mar y quiso hacer lo mismo. “Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: – ¡Señor sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, lo sostuvo y le dijo: – ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (Mateo 14: 29,30)
En las Escrituras no hay contestación a esta última pregunta. Pero la contestación está dentro de cada uno de nosotros. El miedo siempre está dentro de nosotros, es el Adversario, el profeta de la mentira. El que le dijo a Pedro “tú no eres capaz”.
El mismo que te dice “tú no eres capaz de sanarte”. Y esta es la gran mentira. Porque el Yo Soy en ti, Cristo en cado uno de nosotros dice: “Yo soy la resurrección y la vida” (Juan 11:25), “…el que cree en mi tiene vida eterna.” (Juan 6:47)    
Y te pregunto a ti: ¿por qué dudas? ¿por qué temes? Afirma: “Soy más fuerte que el temor”.
Existen muchas enfermedades que afectan al cuerpo; la medicina se ha encargado de darles nombres a cada una de ellas. También existen muchas causas de enfermedades.
Por ejemplo: “El enojo, los celos, el miedo, el odio, y la lujuria a menudo causan enfermedades en el cuerpo. Estas resultan cuando no ajustamos nuestras mentes a la Mente Divina.” (LPR p. 80)
Estos son los llamados elementos resistivos, que disminuyen el paso de la Corriente Sanadora, generando altas temperaturas, como fiebres y todo tipo de condición adversa en nuestros cuerpos y mentes. Estos elementos no contribuyen a una transmisión completa de la Corriente Sanadora.
“Porque cuales son sus pensamientos íntimos, tal es el.” (Proverbios 23:7) Entonces somos lo que pensamos.
Si en algo tú y yo tenemos que trabajar es en confiar en nosotros mismos. Confiar en nosotros mismos significa confiar en nuestro Cristo morador, la Presencia Divina en cada uno de nosotros.
 Tenemos que tener confianza en nuestras capacidades y habilidades. Hay destrezas que tenemos que desarrollar, y solo podemos adquirir dominio sobre ellas con la práctica constante, la perseverancia y la disciplina.
En gran medida estas destrezas son mentales, dominio sobre nuestros pensamientos y sentimientos. Es el desarrollo del poder de decir ¡no! A un diagnóstico de una enfermedad terminal.
Pero para desarrollar este poder se necesita práctica, práctica diaria. Visualiza el circuito sanador operando exitosamente en tu alma y en tu cuerpo.
Así como se tiene que eliminar los elementos resistivos para que haya un paso de corriente íntegra a través de los conductores en un circuito eléctrico, tenemos que ir eliminado los celos, el miedo, el enojo, la lujuria dentro de cada uno de nosotros, que son los elementos que impiden el paso de la Corriente Sanadora en cada uno de nosotros.
Los celos se combaten afirmando que Dios tiene un equivalente para ti del bien que estás mirando en la otra persona. El miedo se disuelve fortaleciendo la confianza en ti mismo, esto es la fe; el enojo se combate contemplando al Cristo en la otra persona; y la lujuria se disuelve permitiendo que el poder purificador de la Corriente Sanadora haga un trabajo de limpieza dentro de ti.
“Por eso digo; Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad y se os abrirá.” (Lucas 11:9)     
Pero lo que vayas a pedir, o a buscar, o la puerta que vayas a tocar, hazlo con fe. Cierra el interruptor poniendo tu fe en acción y permite que el poder de La Corriente Sanadora haga su trabajo en ti.
 Cuando medites, visualiza la Corriente Sanadora fluyendo desde la fuente a través de todos tu Sistema Nervioso a los distintos órganos y sistemas corporales haciendo una labor sanadora.
 No dudes en tu corazón, ten la certeza y la seguridad de que con Dios todas las cosas son posibles. 
Si en este momento tienes alguna condición indeseable en tu cuerpo, comienza a decir ¡no!
Disuelve el miedo afirmado: Soy más fuerte que el temor. Dile a esa parte débil en ti: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes.” (Josué 1:9)
Y si en la línea de batalla tu cuerpo enfermizo te dice: “tengo miedo” contéstale: “prepárate para la guerra prepárate porque vamos al campo de batalla a luchar por la sanación y la liberación”.
Entonces escucharás la voz de la Corriente Sanadora diciéndole a los ejércitos del miedo, de los celos, del enojo y del rencor: “Perseguiré a mis enemigos y los destruiré, no vuelvo hasta haberlos acabado.” (2 Samuel 22: 38)
 Escucha la voz de Cristo muy dentro de ti que te dice: por cuanto has puesto tu confianza en Mí como tu Corriente Sanadora, a ti te “saciaré de larga vida y te mostraré mi salvación.” (Salmo 91: 16)
Cristo en ti te dice “Yo soy la resurrección y la vida” (Juan 11:25), “…el que cree en mi tiene vida eterna.” (Juan 6:47)   
Dios te bendice si sabiendo estas cosas las haces. Amen!

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