Por Rev. Roberto Sánchez
“Pues bien, nosotros tenemos la
mente de Cristo. (1 Corintios 2:16) Cristo es poder y sabiduría de Dios…” (1
Corintios 1:24) Cristo en vosotros,
esperanza de gloria.”(Colosenses 2:27)
Cuando comencé a preparar este
mensaje miré, tal vez casualmente, el calendario de Unity y vi que en el
cuadrito del domingo 2 de diciembre tenía escrito las palabras “Primer domingo
de Adviento”. Hoy se celebra el primer domingo de
Adviento. Y para aquellos que no conocen bien lo que significa Adviento, éste
es un período de tiempo que dura entre 21 a 29 días porque se celebran los
cuatro domingos antes del nacimiento de Jesús.
Normalmente es un tiempo de
reflexión acerca de la Salvación. Y así como un ángel del Señor les
anunció al pueblo del nacimiento de un Salvador, por nuestra fe, el Cristo
renace en cada uno de nosotros con poder para transformarnos y salvarnos. Hoy hablaremos de Cristo como
esperanza de Salvación.
¿Qué es la Salvación? La
contestación rápida es liberación del pecado. La mayoría de los cristianos
vieron en Jesús el Salvador de nuestros pecados. Pero la obra de Jesús va es
mucho más que esto.
Jesús nos enseñó cómo liberar
nuestra conciencia del error, para darle paso a la Verdad. Ahora bien, al igual que en los
tiempos de Jesús de Nazaret, todavía gran parte de la humanidad sigue sumergida
dentro de una conciencia de separación entre unos y otros y en especial entre
ellos y Dios. La idea de un Dios separado, tal y
como se ilustra en el Antiguo Testamento sigue siendo el eje en donde giran la
mayoría de la creencia cristianas de hoy día.
Por consiguiente, esperamos a un
mesías en lo externo para que venga a Salvarnos. Pero Jesús logró Su salvación
porque reconoció a Dios dentro de Él y actuó como Dios a quien siempre se
refirió como Su Padre. Dijo el Cristo en Jesús: “El que me
ha visto a mí, ha visto al Padre”. (Juan 14:9) Entonces Jesús actuó como un
modelo a seguir en nuestro proceso de Salvación.
Pero sabemos que nada es perdurable
en el reino de la acción externa, todo es pasajero y cambiante. Luego entonces para lograr nuestra
propia Salvación tenemos que ir al reino interno de la mente. Es en la mente
donde comenzamos nuestro proceso de Salvación. “Pues bien, todos tenemos la mente
de Cristo.” (1 Corintios 2:16)
Y la ley está escrita dentro de
nuestros corazones, esto es en lo interno de nuestro ser. Este tiempo de Adviento es un tiempo
de preparación interna y de profunda reflexión en las cosas del Espíritu.
Ciertamente hay una atmosfera de gozo y entusiasmo en todas partes, pero dentro
de cada uno de nosotros tiene que surgir una alegre expectación de que Cristo
ha renacido nuevamente dentro de cada uno de nosotros.
Ya es tiempo de soltar el esquema de
la Salvación externa. La Salvación como la entendemos es un proceso de
purificación de nuestra conciencia en donde soltamos el error y nos apropiamos
de la Verdad. Pero esta apropiación no se puede
quedar en la mente solamente, tiene que expresarse en el cuerpo y en nuestras
circunstancias; porque nuestras circunstancias son nuestro cuerpo extendido.
Esto dicho de una manera simple,
tenemos que comenzar a dar amor, pero sobre todo tenemos que ser el amor en
expresión. Este es el primer y gran paso para la Salvación. El nacimiento de Cristo Jesús
simboliza el renacimiento de la facultad del Amor divino dentro de cada uno de
nosotros. Siempre ha estado presente, pero tiene que renacer y despertar así
como Jesús, el Cristo, renació y despertó a la humanidad.
Sobre
todo, vestíos de amor que es el vínculo perfecto.” (Colosenses 3:14)
El verdadero amor es el vínculo
perfecto con el Cristo morador; el verdadero amor disuelve toda condenación y
rechazo. Es el primer gran paso para disolver la conciencia de separación, que
todavía existe dentro de la raza humana. ¿Qué podemos hacer en este tiempo
para avivar en nosotros el poder del amor? ¿Podrías pensar en hacer algo que
nunca antes habías hecho en aras del amor divino?
¿Te atreverías a amar
incondicionalmente sin temor a que te rechacen? Pero para amar hay que
perdonar, ¿no es así? ¿Te atreverías a perdonar aun cuando sientas que tu
persona haya sido humillada, abusada y maltratada? ¿No fue esto acaso lo que hizo Jesús? ¿Tienes la fe, el valor, la
fortaleza para seguir este ejemplo?
Si tu contestación a estas preguntas
es un sí rotundo, ya estás ahora mismo caminando el camino de tu propia
Salvación. Estas siguiendo el ejemplo de Jesús. Pero mejor aun, estás siguiendo
el camino que te ha señalado el Cristo en ti.
La verdadera salvación es
vencimiento de todo tipo de creencias limitantes en el reino interno de nuestro
ser; y “se basa únicamente en un logro interior, un cambio de conciencia. Es
una purificación de los pensamientos negativos de la mente, por medio del
Cristo.” (LPR p. 206)
A medida que vamos desenvolviendo nuestras
potencialidades espirituales, nuestra vida adquiere mayor profundidad. Y es en
las profundidades de nuestro ser donde se realizan los cambios perdurables.
La salvación es redención y la
redención es liberación. En un sentido práctico tenemos que salvarnos de la
enfermedad, de la muerte, del egoísmo, de la envidia, los celos, la crítica y
la condenación.
Tenemos que liberarnos de los males,
del dolor, de la pobreza, de la desesperanza y la poca fe y de los bajos
estados de conciencia que sufrimos de tiempo en tiempo.
Cristo tiene el poder para salvarnos, pero
tienes que apropiarte del poder del Cristo en ti, tienes que eliminar esa
conciencia de separación y actuar como una sola unidad espiritual cuyo centro
es Cristo en ti.
Cristo es el poder que te libera de
tu opresión, y de tu ignorancia, pero para lograr esto tienes que vivir una
vida en Cristo.
¿Y que es vivir una vida en Cristo?
Vivir una vida en Cristo es vivir una vida basada en el amor incondicional y en
servicio a los demás. “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido sino
para servir…” (Marcos 10:45) fueron las palabras del Maestro Jesús.
El Hijo del hombre es nuestra
personalidad, y nuestra salvación además de depender de la expresión de amor a
los demás, se basa en servir a los demás.
Tanto el amor como el servicio a los
demás tiene que salir de la persona que somos, y la persona que somos tiene que
ser transformada y liberada por el Cristo que mora en nosotros. Cristo es la
gloria de Dios.
Te exhorto a que no vivas más bajo
la opresión de tu propio cautiverio. Si la vida que estás viviendo no te gusta,
recuerda que Cristo en ti es tu esperanza de una vida mejor.
Dale un giro a tu vida, comienza a
dar incondicionalmente, y no lo estimes como pérdida. Quieres amor, comienza a
dar más amor. Quieres salud perfecta, visualiza a los demás sanos, puros y
perfectos, contribuye al fortalecimiento de su salud; cuídalos ocúpate de
ellos.
Quieres ser feliz, comienza a hacer
feliz a los demás, alégrales su vida, haz que sonrían. Y te aseguro que reirás
con ellos tú también. ¿Quieres salir de la obscuridad y la
ignorancia? Estudia y predica la palabra de Dios tal y como aparecen en los
Evangelios.
¿Quieres prosperar? Ayuda a otros a
ser prósperos y exitosos. Y olvídate de reclamarles posteriormente. Haz esto y
vivirás una vida poderosa en Cristo. Cristo es la roca dentro de cada uno
de nosotros. Cristo es la fuente de amor en cada uno de nosotros. Cristo es calma
en medio de la tormenta, Cristo es la luz en la obscuridad. Cristo es el gran
amor de Dios, Cristo es la fuerza de nuestro ser. Cristo es nuestra Salvación.
Cristo es nuestra esperanza de gloria.
¡Dios les bendice si sabiendo estas
cosas las hacen!
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