lunes, 4 de junio de 2012

Dile sí al cambio


Por Rev. Roberto Sánchez


Leer Mateo 13:14-15

Muchas personas deciden irse a vivir a otro país, buscando un cambio en sus condiciones de vida. Hay un dicho muy popular aquí que dice: “el hombre por su mejoría hasta su casa dejaría”.

Piensan que habrá mejores oportunidades de empleo, que podrán realizar sus sueños  y que podrán tener la calidad de vida que ellos anhelan en su corazón.

El impulso de progreso es tan fuerte que llega a la desesperación y los que tienen visa se van a vivir a casa de algún familiar en “los países” (Estados Unidos) y los que no la tienen piden prestado altas sumas de dinero, o invierten los ahorros de toda una vida para costear un viaje en yola para Puerto Rico.

Todos los que sienten el impulso interno desean lanzarse a lograr conquistar cosas nuevas. Tal parece que dentro de cada uno de nosotros existe un verdadero espíritu aventurero.

Y ciertamente esto es así. Sin embargo, hay unas palabras que se dice fueron inscritas en la puerta del templo de Apolo en Delfos, un lugar de culto en la antigua Grecia que leían: “Conócete a ti mismo.”

A ese viaje de autodescubrimiento son pocos los que se lanzan, porque por alguna razón humana no ven futuro en él. Como esos que se lanzan a vivir a un nuevo país porque no ven futuro en donde están.


Piensan, tal vez, que es una pérdida de tiempo invertir en este viaje de autodescubrimiento porque no ven cómo a través de esa experiencia  interna puedan mejorar sus condiciones de vida.

Hay quienes no ven futuro en su presente condición social, hay quienes no ven futuro en sus trabajos, hay quienes no ven futuro tal vez en una relación de negocios o en una relación sentimental.

Hay quienes rehúsan escuchar un consejo sabio, hay quienes rechazan escuchar la voz de su propia conciencia y hay quienes sencillamente se resisten a cambiar.

Y esto es un tipo de miopía y de sordera que está bastante generalizada por aquellos que viendo no ven y que oyendo no oyen. Porque muchos se han entorpecido “y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, ni oigan con los oídos, ni con el corazón entiendan, ni se conviertan…” (Mateo 13:15)

Y eso me hace recordar las palabras de Jesús: “El que tiene oídos para oír, oiga.” (Mateo 11:15)

No hay manera alguna de evolucionar nuestra alma ni de evolucionar como personas si no aceptamos el cambio como algo fundamental en ese proceso. No hay manera de continuar nuestro progreso espiritual si resistimos el cambio; y más aún si nos hacemos de la vista larga… porque viendo no ven y oyendo no oyen (escuchan).

Y todo proceso de cambio positivo comienza con la resolución sincera y personal de comenzar nuestro viaje de autodescubrimiento, en dirección a las profundidades de nuestro ser. Y este debe ser un viaje con un propósito claro y definido.

Un viaje de autodescubrimiento espiritual con el propósito de lograr una mejor calidad de vida te llevará a un nuevo país, a un mundo nuevo a un reino que nunca antes habías visto. Te llevará a un reino de ricas ideas y vida abundante.

Pero cuando decidas emprender el viaje, si quieres llegar a la otra orilla del mar tendrás que cambiar. Simbólicamente hablando tendrás que mudar la piel, tendrás que dejar ir cosas muy preciadas para ti.

Tendrás que soltar para recibir. Y te aseguro que cuando llegues al umbral del nuevo mundo serás un ser totalmente diferente al que comenzó la jornada.

Así como Colón se lanzó con sus naves en un viaje por mar al extremo de la tierra buscando un mundo nuevo, tú y yo tenemos que lanzarnos en un viaje por los mares de nuestra propia conciencia al extremo nuestra naturaleza humana para encontrarnos con nuestra propia divinidad.

Las naves que vamos a usar son tres: la oración, la meditación y el silencio. La oración es el vehículo que nos llevará a través de los mares de nuestra conciencia, la meditación nos ayudará a desembarcar en la Tierra Prometida y el Silencio nos revelará y nos enseñará el secreto para vivir una vida exitosa.  

Y esto requiere un cambio en nuestra actitud hacia la vida. Requiere estar receptivos y obedientes a la guía y la instrucción de Dios. Requiere vivir de adentro hacia afuera.

Requiere reconocer de una vez por todas “que todo lo que se ve allá afuera está formado de lo que no se ve” y que dentro de cada uno de nosotros  está el poder formativo para efectuar cambios en nuestra vida y en nuestro mundo externo.

Y lo que no se ve allá afuera se ve en lo interno de nuestro propio ser si usamos nuestra mente y nuestros ojos espirituales unido a nuestra imaginación, de una manera constructiva y con un propósito definido. El que tiene ojos para ver que vea y “El que tiene oídos para oír que oiga.”

Serás un ser más profundo, con una mayor dimensión espiritual. Te sentirás libre porque habrás adquirido un mayor y mejor conocimiento de la Verdad; y estarás preparado para enfrentar la vida desde una más alta perspectiva.

Este es el secreto del éxito para vivir una vida de calidad superior y para lograr progreso en nuestro desenvolvimiento espiritual.

Jesús conocía todo esto, especialmente las necesidades y deseos del corazón humano y por eso nos dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios… y todas esa cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33)

Ahora bien, tú y yo estamos hoy reunidos aquí escuchando este mensaje que se titula: Dile sí al cambio. Y algunos de ustedes dirán “pero yo no necesito cambiar, yo estoy bien como estoy.”

Y yo te digo: todos necesitamos cambiar, porque el que no cambia se estanca. El cambio es necesario mientras estemos en este mundo.

Tenemos que buscar mejorar continuamente y esto lo logramos escuchando al más que sabe a nuestro Consejero mayor. Usa tus oídos espirituales. “El que tiene oídos para oír que oiga.”

Otros dirán: “hay que conformarse con lo que Dios da.” Y yo te digo: Dios no se conforma porque Dios no tiene forma. Dios busca expresarse a través de cada uno de nuevas y diferentes maneras.

Dios busca crecimiento y expansión a través de cada uno de nosotros. Dios busca mejorar tu calidad de vida y la mía, Dios se inclina siempre hacia lo mayor y lo mejor en cada uno de nosotros.

Por eso Emerson dice que: “los dados de Dios están siempre cargados”. Están cargados para el Bien, para el éxito, para el desenvolvimiento y para la realización. En Dios no hay pérdida siempre hay ganancia.

Hoy es un día muy especial, aquí en este país, porque estamos celebrando el Día de la Madres. A ti madre, tú que tienes la facultad de engendrar vida, que has experimentado la vida y el amor Dios tal vez en una dimensión más profunda que tu esposo y compañero, a ti madre te digo: Dile sí al cambio.

En 1 Juan encontramos las siguientes palabras: “Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se ha perfeccionado en nosotros.” (1Juan 4:12)  

Procura cada día evolucionar todas las fases del amor que hay en ti. No solo el amor maternal pero también el amor espiritual. Procura expresar el amor de Dios a través de ti de una manera cada vez más perfecta y pura. Permite que el amor de Dios se perfeccione en y a través de ti.

Recuerda sé valiente y esfuérzate y sobre todo nuca te olvides de las palabras del apóstol Juan: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor.” (1 Juan 4:18)

Continúa evolucionado y cambiando, y por medio del ojo de la visión interna busca el amor de Nuestro Padre-Madre Dios. Cuenta siempre con Jesucristo, Él es nuestro ayudador y Señalador del Camino.

Y repitiendo una vez más las palabras del Maestro y Rey de este Planeta y Padre de toda la raza humana, “el que tenga oídos para oír, oiga”.

¡Dios te bendice! ¡Amén!

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