martes, 10 de julio de 2012

Perdonándote a ti mismo


Por Rev. Roberto Sánchez
www.centrodecristianismopractico.com
“Pues para que sepáis que el Hijo el hombre tiene potestad en la tierra para  perdonar pecados –dijo al paralítico–: A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Al instante se levantó en presencia de ellos, tomó la camilla en que estaba acostado y se fue a su casa glorificando a Dios.” (Lucas 5:24,25)
El tema del perdón de los pecados es un factor central en la religión.Pero; ¿qué es pecar? Podriás contestar diciendo, “pues hacer algo malo ante los ojos de Dios.”El diccionario nos dice que pecado es: acción, conducta o pensamiento, etc., condenado por la ley divina.
En Unity definimos el pecado como errar el blanco, o diría yo no dar en blanco o no dar la talla en cuanto a perfección divina. (LPR p.172) Es como cuando nos ponen a realizar un trabajo y no damos la talla.

La mayoría de las personas que leen este pasaje literalmente creen que el Hijo del hombre es solamente Jesús. De hecho cuando los escribas y los fariseos vieron que Jesús le dijo al paralítico “–Hombre tus pecados te son perdonados” comentaron entre sí diciendo: “«¿Quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino Dios?»” (Lucas 5:21)
La Biblia nos relata que Dios perdona nuestros pecados y en los evangelios, que Jesús, el Hijo del hombre también tuvo poder para perdonar los pecados.     
Ahora bien, aunque es cierto que Jesús es el Hijo del hombre no es menos cierto que en una ocasión cuando el oraba les preguntó a sus discípulos “–¿Quién dice la gente que soy yo?” (Juan 9:18) Luego les preguntó a sus discípulos: “–¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Pedro, dijo: –El Cristo de Dios.” (Juan 9:20)  
En verdad la razón por la cual Jesús tenía el poder de perdonar  los pecados era porque Él es el Cristo de Dios.
La mayoría de las personas piensan que Jesús, el Cristo de Dios, es el único que puede perdonar nuestros pecados. Que solo hay un Cristo y que se encuentra en la persona de Jesús.
Tal vez lo que más nos diferencia de las otras religiones tradicionales es precisamente este punto. Para nosotros en Unity Cristo mora en cada uno de nosotros, es la parte espiritual y fundamental de los que somos. Cristo es la imagen y semejanza de Dios dentro de cada uno de nosotros.
Pablo lo dijo claro: “Cristo en vosotros, (o sea el Cristo que habita en nosotros) esperanza de gloria.” (Colosenses 1:27)
Si Cristo habita en cada uno de nosotros y es la seguridad que tenemos para lograr la gloria, que no es otra cosa que la plena unidad con Dios, entonces tu y yo tenemos el poder para perdonar nuestros propios pecados. “Las cosas que yo hago ustedes las pueden hacer y mayores aun”, dijo el Maestro.
Y esto es  de suma importancia porque estando Cristo en cada uno de nosotros entonces todo lo que tenemos que hacer es aceptar esa gran Verdad y permitir que Él haga Su trabajo en y a través de nosotros.
Pero esto no se consigue diciendo “yo acepto al Cristo que vive en mí.” Pero esto es una frase, un grupo de palabras y en realidad es mucho más que eso. Es un proceso….
Pues bien, el que tenga oídos para oír que oiga; en Hebreos encontramos las siguientes palabras: “«… dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré», añade  «Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones», pues donde hay remisión (perdón) de estos, no hay más ofrenda por el pecado.” (Hebreos 10:16,17, 18)
 «… dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré». Esto significa que la ley Divina está escrita en nuestra mente. Significa que tú sabes cuando has actuado mal. Lo sabes porque lo sientes en tu corazón y porque la acción, la conducta o el pensamiento adverso te molestan mentalmente, sientes remordimiento.
 “El pecado está primero en la mente y se redime por medio de un proceso mental o yendo al silencio” (LPR p.172)
“El perdón significa renunciar a algo. Cuando te perdonas a ti mismo dejas de hacer las cosas que no deberías hacer.” (LPR. P. 177)
Tú y yo llegamos a un punto en nuestras vidas en dónde tenemos que tomar decisiones en cuanto a nuestro futuro. O seguimos permitiendo que los acontecimientos y eventos de nuestra vida nos lleven de un lugar a otro sin rumbo fijo, o tomamos control de nuestra vida.
 «… dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré», y añade  «Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones», pues donde hay remisión (perdón) de estos, no hay más ofrenda por el pecado.”
Entonces no solo el Señor escribió la ley en nuestras mentes y corazones, sino que dentro de nosotros “hay remisión de estos”, quiere decir que dentro de nosotros hay poder para perdonar nuestros pecados y el perdón lo da ese Cristo que habita en nosotros. Y ese Cristo es el Hijo del hombre que vive en ti y en mí.
Por esto el primer paso en el camino del perdón es comenzar perdonándonos nosotros mismos. Comenzamos a transitar este camino abandonando pensamientos erróneos, modos de vida incorrectos y arrepintiéndonos.
Y puede que hayas dado algunos pasos concretos en el camino del perdón, pero si aún sientes remordimiento por algo que hiciste o dijiste en el pasado, tienes que seguir perdonándote a ti mismo. La clave es ir al silencio de tu ser y ahí, en ese lugar sagrado, arrepiéntete ante esa divinidad que es el Cristo de tu ser, el Hijo del hombre que vive dentro de ti. Ese puede perdonar todos tus pecados.
Y prueba de que todo esto es así, son los testimonios de miles de personas que han ido al silencio de su ser, se han arrepentido de todo corazón y han salido felices y contentos edificando una nueva vida y no han vuelto jamás a cometer los mismos errores.
Esther Nicholson en su artículo de la Palabra Diaria de este mes nos escribe: “Yo era un alma rota y herida adicta a las drogas, tratando de abrirme camino hacia la plenitud una y otra vez, solo para fallar de nuevo. Yo creía en un Dios fuera de mí, que no estaba disponible y que no era amistoso y quién me consideraba indigna. …, dice: “hemos sido hipnotizados por nuestra cultura para creer que somos menos que expresiones de Dios.”
 “Yo pienso que es debido a esta creencia falsa que experimentamos retos, dolor, carencia y limitación. Por medio de nuestra práctica espiritual de oración, meditación y perdón, quitamos a Dios del cielo, de las iglesias y libros y Lo ponemos en nuestro corazón.”
Ella reporta que gracias a esa “unión consciente… su mente ha sido renovada y todas las cosas en su vida han sido hechas nuevas verdaderamente.”
Hoy por hoy ella es “una profesional espiritual acreditada, maestra, escritora, presentadora, artista discográfica y devota madre y abuela con 25 años de sobriedad.”
Continua diciendo: “Esto no sucedió todo al mismo tiempo. Ha tomado muchas lágrimas, oración, meditación, perdón, estudio y ha sido un proceso para llegar hasta aquí.”
Si no has comenzado a perdonarte, este es el momento para dar el primer paso. Si has sido intransigente, inflexible, duro contigo mismo, este es el momento para comenzar a perdonarte y a amarte como lo que realmente eres, una bella expresión de Dios.
Si has estado despreciando parte de ti por lo que hizo en el pasado, este es el tiempo para perdonarte.
Si has despreciado parte de tu cuerpo por haber actuado erróneamente, este es el tiempo para perdonarte. Deja de atacarte, deja de menospreciarte y comienza a perdonarte; has las paces contigo mismo.
Si no has sentido paz mental por la  consciencia acusadora que vive en ti, este es el momento para comenzar un proceso de paz mental, este es el tiempo para perdonarte.
Si has sido víctima de cualquier tipo de adicción o abuso, el Hijo del hombre que vive en ti tiene el poder para liberarte, entonces puedes tomar tu camilla e irte a tu casa.
Recuerda no busques afuera el poder que hay dentro de ti. Sin embargo puedes traer a tu interior la presencia de Cristo Jesús para que te ayude a perdonarte a ti mismo. Él es el Pastor y te señalará el camino.
«Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones», significa que  Dios no se acordará de nuestros pecados porque Dios no tiene nada que perdonar. Dios es puro y perfecto amor.
La necesidad es comenzar a perdonarte a ti mismo. Y el tiempo es aquí y ahora.
Meditemos…Querido Cristo y Dios de mi ser en este momento sagrado de oración Y EN EL SILENCIO de mi ser te pido que me perdones de todos los errores que he cometido contra mis hermanos, padres, hijos y conjugue, de palabra y acción, igualmente te pido que me perdones por todo tipo de pensamiento de error, de egoísmo, de rencor y venganza hacia las personas que me rodean. Deseo rehacer mi vida, entregarte mi vida y seguir tu santa voluntad. Te prometo que cambiaré y no volveré a cometer las mismas fallas que antes cometí con ellos. Me propongo a amar más y a expresarles mi amor en pensamiento, palabra y acción. Todo esto te lo pido en el nombre y por el poder de tu Hijo Jesucristo amén.
¡Dios te bendice ahora y siempre, si sabiendo estas cosas las haces!
¡Amén!

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