
Por Rev. Roberto Sánchez
“Así
que todas las cosas que queráis que los hombres hagan por vosotros, así también
haced vosotros con ellos, pues esto es la Ley y los Profetas.”(Mateo 7:12)
La grandeza
de Jesús está en Sus enseñanzas y en su ejemplo. Y digo esto porque en el mundo
hay muchos maestros, con doctrinas fantásticas, son filosofías que suenan muy
bonito pero que prácticamente nadie las aplica en su vida diaria.
Aquí está la
gran diferencia entre Jesús, El Maestro, y los otros maestros o guías
espirituales, por así llamarlos, que han venido al mundo a predicar algún tipo
de filosofía o enseñanza, o a utilizar a alguien como canal para difundir tal o
cual enseñanza.
Jesús no
solo predicó la Palabra de Dios sino que practicó y fue ejemplo para todos haciendo
lo que Dios requiere de cada uno de nosotros. Y Dios tiene grandes expectativas
de ti y de mí.
¿Y saben por
qué? Porque Dios sabe que querer es poder, y el deseo lo pone Dios en nuestros
corazones, pero la disposición de obrar con justicia la ponemos tú y yo.
Dios siempre
hace Su parte, pone el deseo en nuestros corazones “porque Dios es el que en
vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.”
(Filipenses 2:13)
Pero la
buena disposición, y la aptitud para desempeñar la tarea que Dios ha dispuesto
para cada uno de nosotros es nuestra parte y esto requiere entusiasmo,
disciplina y determinación.
El Maestro
Jesucristo sobresale de todos los demás guías espirituales por su entusiasmo,
disciplina y determinación de hacer cumplir la ley de Dios tal como le fue
revelada a Él.
Anduvo con
nosotros, nos reclamó como Su manada y se proclamó como el “buen pastor”. Dijo:
“Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.” (Juan 10:11)
Él lo proclamó y lo cumplió a cabalidad.
Este
cumplimiento cabal de lo que enseñó y proclamó lo hace sobresalir de todos los
demás guías espirituales. “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos.” (Hebreos 13:8)
Primero, Él
dijo: “No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a
abolir, sino a cumplir.” (Mateo 5:17)
Esto es
obediencia, obediencia a Dios y al
cumplimiento de Sus leyes. Las leyes espirituales no pueden ser anuladas porque
son eternas, de la misma naturaleza que el Padre.
Pero podemos
aplicarlas desde una dimensión más profunda a medida que conocemos la
naturaleza de Dios. El problema era que los Fariseos estaban más en la letra
que en el espíritu. Estaban cumpliendo la ley superficialmente como usualmente
decimos “de la boca para afuera”.
Pero Dios
requiere de nosotros que cumplamos desde una “dimensión más profunda” actuando
con absoluta fe “porque al que cree todo le es posible” (Marcos 9:23).
Y por eso
Jesús realizó los llamados milagros porque creyó sin dudar; esto es salió del
dominio de la duda (dentro del cual tú y yo moramos muchas veces) al reino de
todas las posibilidades. Y ese Reino de todas las posibilidades es el Reino de
Dios.
Sanó a
enfermos, porque donde la gente veía enfermedad, Jesús vio la vida sanadora
circulando en todo el cuerpo, vio un cuerpo sano y perfecto, y contempló la
Presencia de Dios en ellos y habló la Palabra que sanó.
Aquí hay
cumplimiento de la Ley porque la ley es que Dios es armonía y paz y por ende es
la salud en cada uno de nosotros; porque la clave de una buena salud es la
armonía y la paz. En Dios encontramos toda la armonía y la paz que necesitamos.
Jesús dijo:
“»Oísteis que fue dicho a los antiguos: “No matarás,… Pero yo os digo que
cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio»” (Mateo
5:21,22)
Cuando la
mayoría de las personas piensan en este mandamiento, piensan que se refiere
única y exclusivamente a la vida humana.
Cumplir la ley en este nivel es cumplirla superficialmente.
Podrías
estar pensando y ¿qué hago si mi vida está en peligro? Tengo que actuar en
defensa propia, y para que me maten mejor yo mato al otro.
Tienes todo
el derecho de pensar así, pero Jesús no pensó así. Puedes hablar la Palabra con
autoridad y poder, y puedes pronunciar el nombre de Jesucristo con autoridad y
poder, en completa seguridad de que Jesucristo, nuestro Ayudador, obrará para
el bien de todos los implicados.
Pero esto
requiere fe, y la fe es el cumplimiento de la ley. Y ese es el mandato de Dios:
“Tened fe en Dios” (Marcos 11:22)
Pero la
palabra matar va más allá de la destrucción de la vida. Nuevamente, hay una
dimensión más profunda; este mandamiento se refiere a no destruir ningún tipo
de expresión de vida.
Pero cada
pensamiento destructivo es un pensamiento que mata. Cuando le dices a tus
hijos: “No creo que tengas el talento, o no creo que estés capacitado” estás
matando un deseo, un sueño o una aspiración.
Cada vez que
insultas a una persona, estás matando una relación, pero también te estás
matando tú mismo. La ira y el enojo
tienen sus consecuencias en el cuerpo y tienes que pagar el precio.
Jesús dijo:
“»Oísteis que fue dicho: “No cometerás adulterio”. Pero yo os digo que
cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su
corazón»”. (Mateo 5:27)
La palabra
adulterio viene de la palabra adulterar, que significa, “alterar la calidad o
pureza de algo por la adición de una substancia extraña.” Jesús no solo se está
refiriendo al acto externo, evitar esto solamente, sería cumplir la ley
superficialmente.
Jesús nos
exhorta a cumplir la ley desde una dimensión más profunda. Nos exhorta a
mantener pensamientos puros, y a no mezclarlos con pensamientos codiciosos. La
codicia es la hierba mala en el suelo de la mente, y por ende Jesús, el
Sembrador de la Verdad, nos exhorta a que cuidemos nuestras semillas
pensamientos en nuestro suelo mental.
¡Oh!,
querido Dios, cuántas veces hemos sido víctimas de nuestros propios pensamientos
adúlteros, e impuros. ¡Cuántas veces hemos sido dominados por una invasión
sorpresiva de todo tipo de pensamientos inferiores y de naturaleza animal!
Jesús no
vino a abolir la Ley y los Profetas, vino a cumplirla en una dimensión más
profunda; manteniendo pensamientos puros centrados en Dios.
El ojo es el
vehículo que tenemos para ver; y muchas veces ver es “querer”. De modo que si
no tenemos cuidado con los que vemos podríamos estimular el pensamiento
codicioso cuando el ego gobierna soberano en nosotros. Pero Jesús sabiendo esto
dijo: “Si tu ojo es bueno todo tu cuerpo estará lleno de luz” (Mateo 6:22).
Y también
dijo: “Y si tu ojo te es ocasión de caer sácalo y échalo de ti.” (Mateo 18:9)
Esto es ocúpate de sacar fuera de ti todo tipo de pensamiento de lujuria,
codicia, envidia y gula. Todos estos pensamientos son adúlteros.
Jesús dijo: »”No resistáis al que es malo…”
(Mateo 5:39) Para la mayoría de nosotros esto es “un bello ideal” pero poco
práctico. La gente piensa que si no
resistes el mal, te vencerá y tienen razón.
Pero tienes
el perfecto derecho a desquitarte, y si tienes que desquitarte por todos los
medios hazlo, pero hazlo como te sugiere Jesús, amándolos, bendiciéndolos y
perdonándolos. Pablo dice: “…vence con el bien el mal.” (Romanos 12:21)
Más que
darte a respetar, valida tus intensiones y tu fidelidad a Dios. Sigue adelante
tu camino, haciendo lo que has sido llamado a hacer.
Por esto Jesús nos enseña que “No podéis
servir a Dios y a las riquezas”. En palabras más populares no puedes estar con
Dios y con el diablo. Tenemos que ser fieles a nuestros principios y la
diplomacia tiene sus límites.
Pero la
pregunta más profunda es ¿a qué o quién le estás sirviendo diariamente, como se
llama ese dios, o ese ídolo? Aquello a lo que reconoces como tu amo, a eso le
sirves.
Esto es una
ley básica y no hay escapatoria. ¡Ojo!, si haces un dios de tus intereses
materiales, te haces esclavo de ellos.
Jesús dice:
»”No juzguéis para que no seáis juzgados” (Mateo 7:1). ¡Qué difícil se nos hace
esto de no juzgar a los demás! Siempre de alguna u otra forma criticamos y
juzgamos. Procura no juzgar por un día. Este es el primer paso.
Jesús dice:
“Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan por vosotros, así
también haced vosotros con ellos, pues esto es la ley los profetas.” (Mateo
7:12) Pero… cuán rápido de nos olvida esto en el trato a los demás…
Por último,
y no menos importante, Jesús no exhorta a confiar en Dios. “No os angustiéis,
pues, diciendo ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?, porque los
gentiles se angustian por todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe
que tenéis necesidad de todas ellas.” (Mateo 5:31-32)
Eric
Butterworth nos dice: “Busca primero ser y tendrás. Para tener más tienes que
ser más. El éxito no se puede medir por
lo que has acumulado. Solo se puede medir por el nivel de consciencia que has
logrado.” (DTPI p. 205)
Y yo te
digo: aplica estas enseñanzas en tu propia vida. ¿Cómo? Cumpliéndolas desde una
dimensión más profunda, echando a un lado todo tipo de destrucción de la vida,
teniendo fe, evitando pecar con pensamientos impuros, viendo solo el bien, sin
resistir el mal, sirviendo solo a Dios, tratando bien a los demás y sobre todo,
aprende a confiar cada día más en Dios.
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